Fuiste tú quien me heredó este amor al mar,
y la melancolía como una enfermedad
Fuiste tú quien me llevó a la profundidad
sin miedo a desconocer
sin miedo a desaparecer
quien me enseñó a hacer frente a la inmensidad
y a descifrar la marea al atardecer
Fuiste tú quien confesó
que el mar vive de traición,
que la marea cambia y te aparta
que la corriente miente y te atrapa
Fui yo quien escuchó tus consejos,
que nadar así es una imposibilidad
que lo mejor es respirar y no desesperar
ya verás que pronto tú sola
entre la fuerza de las olas
volverás a la orilla
y habrás salvado tu propia vida
Abuelo
fuiste tú quien cargó el cartucho
y fui yo quien decidió cuidarse
y, a veces, sí,
cuestiono mi decisión
y, a veces no,
te juro que no lo sé
si la corriente nos arrastró
si estamos nadando mar adentro
o si nos estará ahogando el miedo
que si te has cansado de respirar
o si ya no tienes fuerzas para regresar
Tal vez fue la soledad,
ya sabes, es nuestra enfermedad
y tal vez la melancolía
lo que se vierte en el cristal durante el día
A veces te detesto,
no te miento
maldito perro hambriento
de verdad,
tú debiste apuntar
a la cabeza
no al corazón
y así la rabia
habría de terminar
Ahora sola observo
son sólo algunos recuerdos
y a la casa la invade el silencio
como ocurrió hace diez inviernos
Yo no puedo con aquello
no lo tolero
también te quiero
y te deseo muerto
para extrañarte y lamentarme
ya lo sabes,
esta soy yo
somos iguales
No hay comentarios.:
Publicar un comentario